Nos encontramos el conflicto cuando tenemos dos (o más) posiciones encontradas. Puede ser una situación puntual, o se puede prolongar en el tiempo. El conflicto trae de la mano problemas en las relaciones entre las personas, y enfocándonos en el terreno profesional, estos problemas pueden generar otros que van más allá de las personas involucradas: pérdida de eficiencia, errores, deterioro del ambiente laboral, estancamiento de los proyectos o procesos…

Aunque encontrarnos con el conflicto en nuestros equipos o en nuestras organizaciones puede no ser agradable, bien gestionado puede ser origen de importantes oportunidades para el equipo y para la empresa. Así que…¿Qué hacemos ahora? 

Entender el conflicto, abordarlo y gestionarlo.

Comprender los diferentes criterios y opiniones, tratar de encontrar puntos en común o complementarios. Desechar, con la debida explicación, las posiciones que vayan en contra de objetivos comunes, de valores de la empresa, de las políticas establecidas.

Puede ser interesante crear entornos (en momento y lugar) de comunicación donde se puedan exponer las diferencias de manera abierta, es decir, donde cada cual pueda exponer su visión con los argumentos, datos y apoyos visuales que necesite para hacer entender su punto de vista. Sólo a partir de todas las partes expuestas se podrán plantear vías de solución común en pos de los objetivos comunes. 

Conseguir un acuerdo a veces requiere de altas dosis de compromiso. ¿y si las partes no encuentran el acuerdo? El líder tendrá que posicionarse…una o varias partes deberán ser flexibles, es decir, apoyar iniciativas que favorecen los objetivos comunes y que fortalecen las relaciones entre los colaboradores. Y para eso, el trabajo del líder consiste en conocer a fondo los puntos de vista, analizar los problemas y soluciones planteadas por cada parte, y plantear alternativas creativas. En ocasiones esta visión ajena al conflicto permite descubrir puntos en común que no se percibían, así como posibles vías de colaboración que los implicados no alcanzaban a ver.

Así que dependiendo del alcance y dificultad del conflicto, gestionarlo será un proceso que requerirá de tiempo y recursos. Gestionarlo bien será una inversión, por la solución en sí, por las oportunidades que puedan surgir de esta nueva visión conjunta y por el fortalecimiento de los equipos. ¿Y si no se sabe por donde abordar? Existe la posibilidad de la ayuda externa, un coach que nos acompañe en la resolución del conflicto fomentando a la vez el compromiso individual y grupal y el crecimiento. 

Así pues, el conflicto existirá, hoy y siempre en nuestros entornos empresariales (y en nuestra vida), y si bien tiene su lado oscuro: estrés, problemas relacionales, ralentización de la actividad, clima laboral enrarecido…también tiene su luz. Cuando gestionamos bien los conflictos, surgen soluciones creativas, mejoras potenciales, se enriquecen los criterios y se fortalecen los equipos.